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¿Qué consecuencias tiene para nuestros hijos la exposición ante las distintas pantallas? ¿Cuánto tiempo deben usarlas al día? ¿Son todas iguales? A Dimitri Christakis, uno de los mayores estudiosos del mundo en esta materia, estos temas le preocupan por partida triple: como pediatra, como profesor y como padre de dos niños.
Christakis, director del Centro de Salud, Comportamiento y Desarrollo Infantil del Children Seattle Hospital (uno de los más prestigiosos del mundo) lleva años colaborando en numerosos estudios junto a la Academia Americana de Pediatría en los que se recomienda la reducción al máximo del consumo de televisión en niños menores de dos años.
Durante ese período de tiempo, el cerebro de los críos está en pleno desarrollo, multiplicando por tres su tamaño. Según Christakis, la exposición al vertiginoso ritmo que le ofrecen las pantallas les producirá una sensación de “lentitud” cuando se enfrenten al mundo real -que no gira a la misma velocidad que la televisión- y en muchos casos les creará problemas de aprendizaje y de déficit de atención.
La irrupción en los últimos años las pantallas táctiles ha despertado nuevas inquietudes en Christakis. Para el investigador, tabletas y smartphones cuentan con una gran diferencia respecto al televisor: la interactividad.
Mientras que la tele es para el niño una experiencia pasiva, en las ‘touch screens’ se produce un interesante efecto de “lo he hecho yo”. Según sus primeros estudios, todo parece indicar que esa capacidad de interactuar tendrá efectos diferentes sobre el desarrollo y la cognición del cerebro infantil.
Esto no quiere decir que su uso deba ser ilimitado. Ni mucho menos. La Academia Americana de Pediatría cuantifica el tiempo de ocio de calidad de los niños delante de las diferentes pantallas: media hora diaria para menores de 3 años, una hora para los niños entre 3 y 5, y dos como máximo para los chavales de entre 6 y 18 años.
Christakis va más allá y se atreve a añadir que, además de este “tiempo de conexión”, es importante atender al tiempo diario de nuestros hijos apartados de todas las pantallas. Es claro y concreto: al menos dos horas diarias de completa desconexión entre niño y dispositivo.
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¿Qué consecuencias tiene para nuestros hijos la exposición ante las distintas pantallas? ¿Cuánto tiempo deben usarlas al día? ¿Son todas iguales? A Dimitri Christakis, uno de los mayores estudiosos del mundo en esta materia, estos temas le preocupan por partida triple: como pediatra, como profesor y como padre de dos niños.
Christakis, director del Centro de Salud, Comportamiento y Desarrollo Infantil del Children Seattle Hospital (uno de los más prestigiosos del mundo) lleva años colaborando en numerosos estudios junto a la Academia Americana de Pediatría en los que se recomienda la reducción al máximo del consumo de televisión en niños menores de dos años.
Durante ese período de tiempo, el cerebro de los críos está en pleno desarrollo, multiplicando por tres su tamaño. Según Christakis, la exposición al vertiginoso ritmo que le ofrecen las pantallas les producirá una sensación de “lentitud” cuando se enfrenten al mundo real -que no gira a la misma velocidad que la televisión- y en muchos casos les creará problemas de aprendizaje y de déficit de atención.
La irrupción en los últimos años las pantallas táctiles ha despertado nuevas inquietudes en Christakis. Para el investigador, tabletas y smartphones cuentan con una gran diferencia respecto al televisor: la interactividad.
Mientras que la tele es para el niño una experiencia pasiva, en las ‘touch screens’ se produce un interesante efecto de “lo he hecho yo”. Según sus primeros estudios, todo parece indicar que esa capacidad de interactuar tendrá efectos diferentes sobre el desarrollo y la cognición del cerebro infantil.
Esto no quiere decir que su uso deba ser ilimitado. Ni mucho menos. La Academia Americana de Pediatría cuantifica el tiempo de ocio de calidad de los niños delante de las diferentes pantallas: media hora diaria para menores de 3 años, una hora para los niños entre 3 y 5, y dos como máximo para los chavales de entre 6 y 18 años.
Christakis va más allá y se atreve a añadir que, además de este “tiempo de conexión”, es importante atender al tiempo diario de nuestros hijos apartados de todas las pantallas. Es claro y concreto: al menos dos horas diarias de completa desconexión entre niño y dispositivo.
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¿Cuánto tiempo deben pasar nuestros hijos delante de las pantallas? Responde Dimitri Christakis elton john | |
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Marta Villaverde Science & Technology | Upload TimePublished on 21 Dec 2015 |
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